IV. Arena y mar


    
    Mucho había tardado en llegar a ese tópico tan recurrente en la poesía en general, y en mi poesía en particular: el amor romántico. Siempre con quince años, escribí un poema dirigido al protagonista de mis sueños más persistentes: ese esperado compañero idóneo que algunas personas conciben como "alma gemela" o "llama gemela". Y sí, mi anhelo tiene que ver con almas, con una conexión entre almas, y con un amor que presentaría los rasgos de una llama; pero no tanto con la idea de la "gemelidad". Porque a esa alma, la imagino como parecida a la mía, pero complementaria en sus diferencias, algo así como las famosas representaciones gráficas del yin y el yang. Tal vez sea por ello que prefiero la expresión en inglés "soul mate", compañero de alma.

    Dicho esto, a los quince años me inspiró esta mezcla entre poema lírico y de verso libre, cuyos versos número 1 de las distintas estrofas riman entre sí, lo mismo es válido para los versos número 2, y así sucesivamente. A partir del cuarto verso del poema se cumplen las reglas de la métrica: tomando en cuenta sinalefas (los casos en que la sílaba final de una palabra y la primera de la siguiente se pronuncian como una sola), resulta que se alternan versos de siete y ocho sílabas, aunque los de siete terminan en palabra aguda mientras que los de ocho terminan en palabra llana, produciendo el efecto de ser todos de la misma longitud. 

    Pero supongo que ese ritmo (siete aguda, ocho llana, siete aguda, ocho llana...) surgió de manera espontánea y no premeditada, puesto que los primeros tres versos no cumplen ese patrón, lo que me lleva al agradable pensamiento de que el poema empezó siendo de verso libre y rápidamente se transformó en un vaivén rítmico, algo así como una marea, y algo así como la danza que siempre he deseado compartir a todo nivel con ese anhelado compañero. Tal vez no sea casual que en el penúltimo verso haya plasmado la imagen de "yo arena y tú mar salado". 

    En todo caso, veinticinco años después, tras historias románticas de diversas formas y colores, de corto y largo plazo, serias e informales, presenciales y a distancia, sin casamiento o con divorcio, públicas y secretas, juveniles y maduras, siguen sonando esas dos preguntas que se repiten como el ir y venir de la marea ("¿personaje de mi ensueño?", "¿o lejana realidad?") y esa respuesta terca, sellada por un optimismo crónico, repetida de tantas maneras: la marea te traerá.


SIN TÍTULO


Galopando, mi sueño

El camino: la realidad

Tú, el jinete enmascarado

Y mi voz: "¡Bájate ya!"


De mi amor eres el dueño

Tú, oscura claridad

En tinieblas refugiado

Bella luz que oculta está


¿Personaje de mi ensueño?

¿O lejana realidad?

Yo arena y tú mar salado...

La marea acrecerá.

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