VII. Ejercicio: metáforas / Exercice de français : métaphores

    Mi décimosexto año de vida fue particularmente rico en poesía. Yo estudiaba en un colegio francés, de esos que existen en prácticamente todo el mundo, en parte diseñados para que los niños y adolescentes franceses tengan la oportunidad de proseguir cómodamente su educación sin importar el país en el que se encuentren. No obstante, el establecimiento francés presente en Guatemala era un colegio experimental que incluía algunas asignaturas del programa educativo guatemalteco, por ejemplo el curso de Idioma Español, es decir, Lengua y Literatura. Así, ese año un proyecto de esa materia consistió en armar un poemario ilustrado por nosotros -los estudiantes- con dibujos, que recopilaba poemas célebres del Renacimiento, el Culteranismo, el Conceptismo, el Romanticismo, el Premodernismo, el Modernismo, el Posmodernismo, el Vanguardismo y la poesía contemporánea. El poemario también debía incluir una última sección de creación personal tanto en prosa como en poesía. Yo estaba absolutamente fascinada de tener que empaparme de poesía y contenta de poder compartir e ilustrar pictóricamente algunos de mis propios textos. 

    Por otro lado, el programa educativo francés también incluía la clase equivalente llamada "Français"; esto es, no concebida como un curso de idioma extranjero, sino como clase de Lengua y Literatura para francohablantes. Pues bien, justo en ese mismo año, el maestro de dicha asignatura organizó una salida grupal para que fuéramos a ver la película Il Postino (traducida a veces como El cartero y Pablo Neruda), la cual, a pesar de datar de 1994, estaba siendo proyectada por entonces en algún cine. Ese año estuvo marcado por diversos sucesos de esa índole, y tal vez por ello haya sido uno de los períodos en que más escribí poemas y textos en prosa poética. Jamás olvidaré cuánto me marcó y conmovió la belleza de Il Postino y, en particular, la escena en que Neruda le explica al cartero lo que es una metáfora.

    Fue en ese contexto cuando en la clase de "Français" el mismo maestro nos propuso el ejercicio de crear un texto que consistiera principalmente en una serie de metáforas, lo cual, dicho sea de paso, sería un terrible error estético si se tratara de una obra seria de un escritor profesional. Por fortuna, ni soy una escritora profesional, ni se trataba de una obra seria. Para mí el ejercicio fue simplemente una de esas tareas que me sabían más a placer, diversión y juego, que a trabajo, esfuerzo y obligación. Y decidí escribir sobre la volubilidad de creencias y de emociones durante la adolescencia.


EJERCICIO: METÁFORAS


    La niñez quedó atrás: huellas en la arena. En la mente surge una tempestad y un torbellino que agita todo. Ideas previamente sembradas resultan súbitamente arrancadas. E innumerables preguntas crecen en ese suelo asolado, mientras las respuestas parecen escondidas detrás del horizonte.

    Un día, es la primavera: todo está coloreado, todo está iluminado. Al día siguiente, el gris lo invade todo. A veces un mar nace sobre la mirada y se desborda. Pero las gotas de esa lluvia caen sobre el suelo del alma y arrastran los sufrimientos que lo cubren. Es una tormenta que refresca, que se lleva todo, que purifica. Y el sol resurge bajo la forma de una sonrisa. 

    Esta desesperante búsqueda de lo que falta en un vacío del alma parece no agotarse... hasta que descubrimos el tesoro perdido, en realidad abandonado en un rincón... Bajo el pecho, sentimos palpitar a la vida. Y de pronto entendemos que lo es todo.


VERSIÓN ORIGINAL EN FRANCÉS / EXERCICE EN CLASSE DE RÉDACTION (SECONDE): MÉTAPHORES


    L'enfance est restée derrière : des empreintes sur le sable. Dans l'esprit surgit une tempête et un tourbillon qui agite tout. Des idées préalablement plantées son subitement arrachées. Et des questions innombrables poussent sur ce sol ravagé, alors que les réponses semblent cachées derrière l'horizon.

    Un jour, c'est le printemps : tout est coloré, tout est illuminé. Le lendemain, le gris envahit tout. Parfois une mer naît sur le regard et elle déborde. Mais les gouttes de cette pluie tombent sur la terre de l'âme et entraînent les souffrances qui la recouvrent. C'est un orage qui rafraîchit, qui emporte tout, qui purifie. El le soleil ressurgit sous la forme d'un sourire.

    Cette désespérante recherche de ce qui manque dans un vide de l'âme semble ne pas s'épuiser... jusqu'à ce qu'on découvre le trésor perdu, en réalité abandonné dans un coin... Dans la poitrine, on sent palpiter la vie. Et soudain on comprend qu'elle suffit.


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